miércoles, 12 de noviembre de 2008

Dispuesta a pelear

Querido diario de letras traspuestas,

Milagrosamente no sé como sobrevivo a cada caida, ¿ Será que el golpe no es suficiente doloroso para poder sobrellevar una muerte segura? me temo que esa no es mi respuesta, supongo que el segundo aliento ayuda al primero a coger fuerzas y que este aconseja que siga luchando, en esta batalla por la vida emprendida por el amor suicida.
Y después de tanta sangre por la librada lucha, quedan las cicatrices que nombran el suceso en primera persona, callando tantos silencios y ocultando las pruebas de su locura definida.
¿Qué más da? de todos modos, de algo hay que morir y ser vencida,¿ porqué no darlo todo por un amor tan suicida como el que anuncian mis versos? no creo que sea consentirlo demasiado, ni alimentarlo de dolor, es el poco pan que le queda a este cuerpo desgastado, podrido de tanto llorar.
A lo lejos sonarán las campanas, proclamando que el nuevo día comienza, que las horas van a recibir a las invitadas, llamadas palabras de sutileza. Vamos a hablar sobre sonrisas, aquellas que tanto nos contagiaban, vamos a prescindir de las difamadas mentiras que nos infunde el miedo, creo que fingir que no pasa nada, estará bien, al menos por unos minutos.
Suspirar, eso es lo que haré cuando los cambios tomen su forma definitiva, ni si quiera sé del cierto, si esto va a cambiar algo o ni si quiera nada, si terminará pronto o tal vez no lo haga nunca.
La espera, la llamada "muerte lenta" por aquel quién la padece, no es ningún trastorno psíquico ni tampoco una novela negra, es un proceso autodestructivo o constructivo, según quién lo mire. Podríamos decir, que aquel que la sufre (que somos todos en nuestra inmensa mayoría, ya que tarde o temprano, nos topamos con ella) se inminuye en una evolución del desarrollo del todo pólemico, siempre da que hablar, tiene muchas cosas que contarnos y nunca se explica con la suficiente claridad. Hay aspectos de los cuáles desconocemos y otros que ya sabíamos desde el comienzo.
Con toda esta charla diplómatica, quiero decir, que estoy esperando, que sigo en la misma silla vieja, usada y gastada que en sus huesos mide los minutos y las horas, que pasan cada vez que tú huyes, presa del pánico y te engañas, esforzándote sonreír cuando llevas el cansancio pisándote los talones, acosándote a cada sitio al que deseas huir.
¿Por qué padecer inecesariamente? ¿Porqué tanta angustia, porqué no nos dejamos ya de hacer tantas tonterías? no digo de correr a toda prisa, como si estuviesemos en una competición, pero tampoco veo justificado el ir a pasos de tortuga, por nuestro rechazo a que el desasosiego dé con nosotras. Píensalo, aunque sea un momento, ¿Decides darle más importancia al pavor, que al simple hecho de disfrutar el instante a mi lado? me niego rotundamente, a que te dejes llevar por ese rastrero de ojos invisibles y que todo ser humano, ha estado evitando a lo largo de los siglos.
Escúchame, hazlo sin levantar sospecha, despierta tu verdadera belleza, esa por la cuál yo me enamoré. No temas las consecuencias, más tarde las podrás solventar,¿Pero y qué me dices si pierdes esta oportunidad?, ya no habrá otra por igual. Siguéme y no te arrepentirás.


El miedo a la ignorancia, es el que nos hace débiles, pero el miedo a la desconfianza es el que nos vence. El valor de un hombre reside en su pecho, aquel que ha ido madurando con los tiempos, hasta volverse un buen soldado que luchará por lo que cree.

Naciste para aprender, para enfrentarte a tus inquietudes, en un lado de la mano tienes la razón y en la otra la emoción, ambas viven la una por la otra, por mucho que se quiera exceder de una, se acaba necesitando la ayuda de la otra. No te rindas, aún te falta mucho por lo que caer de espaldas, y por lo que sonreír a carcajadas.









Fallen.

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