lunes, 10 de enero de 2011

Demasiado humano.




Demasiado humano, el amor que siento en los huesos. Es como si disparasen una bala, contra el globo aerostático, que siempre había sobrellevado mis principios.
Demasiado humano,ahora que me he contagiado lentamente, que enfermo y sangro equitativamente, que todos mis pensamientos giran en torno a ti, que ya ni si quiera sé que decir.
Demasiado humano, para seguir desangrándome de amor. Escuchándote en silencio, llevando el corazón abierto, partido en dos, infringiendo las leyes de la gravedad, al tocar el cielo entre mis manos, en tan sólo unos segundos...
Demasiado humano, para alzar la voz, para responderte con besos, lo que no me atrevo a pronunciar entre mis labios. Para seguir sintiendo y guardando, lo que hay aquí dentro bajo llave en un sucio cajón.


Demasiado humano, demasiado humano todo.

viernes, 7 de enero de 2011

Discurso inolvidable.

Tus labios se movían al compás,
repasando mentalmente las notas que ibas a pronunciar,
escogiendo cuidadosamente, cada detalle, cada palabra,
olvidando por un momento, lo que eras.
Deshinibiéndote de todo, siendo libre cuál libertad,
escrita desde el más bello arte llamado: Humanidad.

Te agitas con sólo pensar que te contemplo,
que vigilo tus gestos, que sigo hasta el más mínimo titubeo.
Te arrepientes al verme, observarte desde el inicio,
siguiendo tu discurso inolvidable...
haciendo del desastre un himno.
Fingiendo que por unos segundo la ingenuidad es amarte.

Rótulos colgados en tu boca,
luces de navidad que son el resultado de una noche soñada,
y ahora cierras los ojos, te aferras a lo que sientes ahora,
y despiertas en mis labios, el beso.
Es tiempo de dejar que todo esto, sea la ansiada fantasía
que cubría mis ilusiones infantiles de niña.

domingo, 2 de enero de 2011

Universos separados.




Nunca supe del todo porqué nos separamos.
Porque decidimos no hablar más.
Cerrar los ojos y mirar hacia otro lado.
Fue tan sencillo, tan fácil
que cuando nos dimos cuenta, ya había un abismo hecho camino a nuestros pies.
Y al hablar después, fue rídiculo.
Encogidos los hombros, el resto del silencio, ya decía todo.
Cuando se desplazan las palabras, y ya no queda nada,
salvo:
Universos paralelos, ahora separados.