
Nunca supe del todo porqué nos separamos.
Porque decidimos no hablar más.
Cerrar los ojos y mirar hacia otro lado.
Fue tan sencillo, tan fácil
que cuando nos dimos cuenta, ya había un abismo hecho camino a nuestros pies.
Y al hablar después, fue rídiculo.
Encogidos los hombros, el resto del silencio, ya decía todo.
Cuando se desplazan las palabras, y ya no queda nada,
salvo:
Universos paralelos, ahora separados.
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