miércoles, 8 de febrero de 2012

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Recuerdos desde el abismo sinuoso de un preciado día lluvioso, en el que me despedía viéndote marchar. En el silencio más clarividente, la ensoñación se prolongó hasta los cinco minutos, tras reflejarme en un cristal me dí cuenta: Estaba ensimismada.
Contemplando como la languidez de mi propio rostro, se encogía y mostraba los primeros síntomas de preocupación, lo encontré: Había persistido la esperanza, la muesca de que tras enlutados años volvía...Volvía a sentirme viva.

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